La loca vecina de Karen construye en mi terreno, ¡y me llama al 911! Cuando llegaron los agentes, le dieron una gran lección

La historia comienza a continuación

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Karen, la vecina, decidió que era dueña de la mitad de mi patio trasero y construyó su valla a lo largo de mi propiedad.

Cuando me enfrenté a ella, me gritó, me llamó mentirosa y llamó al 911 alegando que la estaba amenazando.

Llegaron los agentes y les enseñé tranquilamente el catastro con mi nombre. Pero entonces los agentes hicieron algo que ni siquiera yo vi venir.

Una nueva valla misteriosa

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Al volver de un viaje de fin de semana, me sorprendió ver una valla nueva en mi propiedad. Parecía haber aparecido de la nada, cerrando parte del terreno que yo sabía que me pertenecía.

Me rasqué la cabeza, tratando de entender cómo una valla podía sustituir así a mi espacio abierto.

No quería sacar conclusiones precipitadas, pero tenía que admitir que era un poco inquietante.

Tom viene

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Poco después, mi vecino Tom se acercó, claramente tan desconcertado como yo. Se quedó mirando la valla con la mano en la barbilla. "

Jason, ¿cuándo llegó aquí esta valla?", preguntó sin dejar de mirar la barrera de madera. Me encogí de hombros, compartiendo su perplejidad.

Intercambiamos algunas teorías, tratando de reconstruir lo que había sucedido durante el fin de semana.

Tom negó con la cabeza, murmurando lo extraño que era todo.

Los ruidosos reclamos de Karen

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Al otro lado del camino, pude oír a Karen, mi vecina, armando jaleo en su jardín. Hablaba en voz alta, diciendo a todo el que quisiera escucharla que la zona vallada era de su propiedad.

La vi agitar los brazos con grandes gestos mientras despotricaba. Tom enarcó una ceja: "Parece segura de ello".

Asentí, pero había algo en su confianza que no me cuadraba. Desde luego, esta situación no era como debía ser.

Un intercambio acalorado

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Sintiendo que mi frustración llegaba al máximo, grité por encima de la valla: "¡Eh, Karen! Esa valla que has puesto está en mi propiedad".

Mis palabras parecieron echar más leña al fuego, ya que Karen me contestó reclamando sus derechos limítrofes con un gusto difícil de ignorar.

El choque de nuestras voces fue todo un espectáculo y atrajo la atención de otros vecinos. Estaba claro que esta discusión no iba a desaparecer pronto.